:05:01
-No puedo.
-Por favor, Martha.
:05:03
Dos de rúcula, una sin pato.
:05:06
-No las dejes demasiado tiempo, que...
-Se endurecen.
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Las perdices se secan,
no se endurecen.
:05:12
-Y espera con la nueve.
-Sí.
:05:14
Más tarde tenemos que hablar del menú
de la semana que viene.
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Lea, la catorce.
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Las perdices estaban estupendas.
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-únicas. Mágicas.
-Cuánto me alegro.
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Mi marido la idolatra, Martha.
No sé cómo no me pongo celosa.
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Yo idolatro a todos aquellos capaces
de causarle placer a mi paladar.
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Dios sabe por qué se ha casado conmigo.
Ni siquiera me deja preparar el té.
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Tesoro, hay algo todavía peor
:05:50
-que dormir solo: comer solo.
-¡No me venga con historias!
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-Además, estoy loco por ti.
-Por favor, discúlpenme un momento.
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La mujer de la nueve quiere saber
qué hierba es esta.
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Es tomillo.
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-¿Puedo Llevarme el plato?
-Cómo no.
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¿Podrían decirme qué es lo que ocurre?
-Yo me encargo.
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-Y ésta, ¿qué quiere?
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-Decía que quiero ver al jefe de cocina.
-Pues soy yo.
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Vaya, vaya.
:06:13
-Deja ya, Bernd.
-Tú no te entrometas.
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Su foie gras está demasiado crudo.
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No se hable más, no lo
pondré en la cuenta.
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De ninguna manera.
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-Mi foie gras no está demasiado crudo.
-Escucha, tesoro, yo entiendo de esto.
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Yo no soy su tesoro. Y este foie gras
ha sido cocido en el horno a 140 grados,
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a baño maría, con el agua a 80 grados,
durante 25 minutos, ni más, ni menos.
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Su color es perfecto, rosa pálido.
"Comme il faut", se dice en francés.
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Me da igual. Está demasiado crudo.
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¿Desea usted otro entrante?
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Margaritas para los cerdos.
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-¿Qué dice?
-¿Dónde se cree que está?
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¿En un chiringuito?
Váyase a otra parte si quiere salchicha.
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Ahora regreso.
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¿Ya puestos, por qué no tira el vino por
la pila? Con lo que fuma no lo aprecia.
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¡Nunca más cocinaré para usted!