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tus papilas gustativas,
cansarlas antes de probar la comida.
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Si te gusta cuando estás lleno,
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es porque eres bueno de verdad.
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Martha, ¿qué haces aquí?
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Se lo suplico, desvéleme el secreto
de su salsa de azafrán...
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-¿Cómo dice?
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Lea no me lo ha querido decir
por nada.
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¡Escucha!
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¡La canción se le derrite
en los labios! Qué fantástico, ¿no?
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¡Martha! Te iba a llamar.
Te presento a Mario.
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Mario,
esta es Martha, nuestra chef.
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Créame, el mundo sería un valle
de lágrimas sin su pichón con trufas.
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Podrías haberme consultado.
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Pensé que tenías otras preocupaciones.
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-Sí, pero...
-Buenas noches.
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-¿Han reservado?
-Sí. A nombre de Mendel, dos personas.
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Si me acompañan, por favor...
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-¡Un loco en mi cocina! Eso me faltaba.
-Uno, es mi cocina, y dos, no es loco.
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-Quizá un poco excéntrico, nada más.
-¿Excéntrico? ¿Estás bromeando?
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-¡Es un italiano!
-Los atenderán inmediatamente.
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Habíamos quedado en que yo
escogía y formaba al personal de cocina.
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Lea podría haber trabajado sola
algunos días. Y mi salsa de azafrán...
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-Yo no entiendo cómo...
-Basta ya. Hacía falta un sustituto.
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Mario es un excelente cocinero.
Es una suerte haber dado con él.
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Lea no debería estar trabajando
de noche en su estado. Uno de estos días
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no podrá venir más.
Si tenemos suerte, Mario se queda.
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Él podría
encargarse del pescado, por ejemplo.