1:12:00
una disciplina a veces descarnada.
Y una escuela de niños artesanos,
1:12:07
que nos impedía de comprar
lo que podía hacerse...
1:12:11
con las propias manos.
1:12:14
Y una ley aún más rígida,
disponiendo que era allí,
1:12:18
en la hacienda,
donde debía amasarse nuestro pan.
1:12:26
Nunca hubo en nuestra mesa
un pan que no fuese el casero.
1:12:33
y al repartirlo concluíamos...
1:12:38
tres veces al día...
1:12:40
nuestro ritual de austeridad.
1:12:44
Pues también en la mesa,
más que en otro sitio,
1:12:51
hacíamos con los ojos bajos
nuestro aprendizaje de la justicia.
1:13:06
Anda, hermano,
1:13:09
¡dilata las pupilas!
¡Abre bien los ojos!
1:13:17
Apriétame la mano...
1:13:23
y vámonos.
1:13:27
Érase una vez un hambriento.
1:13:58
¿Quién anda por ahí?