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En este momento comienza Ia más
extraordinaria transformación...
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de un ser en otro, IIamada por Ios
antiguos griegos de metamorfosis.
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Más conocida como bandidaje.
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Le voy a enseñar
a respetar, hija, ¿oyó?
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¡Sumara!
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EI estabIecimiento está cerrado
hasta segunda orden.
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Y usted trate de pasar
eI Iunes a Ia comisaría...
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para sacar Ia Iicencia municipaI.
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Mi jefe, tenga paciencia, usted
es humano, somos brasileños...
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...sólo estoy buscando mi pan.
- La próxima vez lo meto a la cárcel.
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Quiero verlo romper
las rejas de allá...
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Tonterías, mujer. En esas horas
uno no puede tener escrúpulos.
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Espérate, espérate...
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¡Cabo Citonho!
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¿Qué falta de vergüenza es esa
dentro de la comisaría, hombre?
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Vergüenza aquí es Io que no faIta,
estoy casi muriendo, de tanta.
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¿Y quién es esa mujer que puso
aquí adentro de Ia comisaría?
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Francisquinha de Antão, que
era mujer de aqueI Raimundinho...
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¿Pero por qué se IIaman todos
Raimundinho, Francisquinha?
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¿Para qué tanto diminutivo,
para qué tanto "inho"?
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Es un denguinho, jefe.
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Yo más Raimundinho,
tenemos una finca en Cajá.
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Y Citonho vivía allá
para agarrar pajaritos.
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Ahí en ese va y viene,
conocí a Francisquinha...
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y Francisquinha
también me conoció.
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¿Y qué está haciendo
usted aquí adentro?
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Se dio eI caso que
nos simpatizamos, ¿verdad?
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Ahí un día estábamos Ios dos en una
hierbita, y Raimundinho nos agarró.
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Fue feo, fue justamente a Ia hora
que nos estábamos haciendo cariños.
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- ¿Pero es posible una cosa así?
- ¡Caramba!
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Fue Io mismo que Raimundinho dijo:
"¿Es posibIe una cosa así?"
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Yo digo: "No".
¿Era posible? No lo era.
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La única forma fue ella dejar al
marido y venir a vivir conmigo aquí.