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a brillar con pompa oriental.
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No temblaré ni me inclinaré
como los aduladores que te rodean.
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¡Hefestión,
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Nearco, Perdicas!
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Como Gobernador de una de nuestras
satrapías más asiáticas,
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Clito, ¿no se te ocurre que,
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si mis súbditos persas
se inclinan ante mí,
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es importante para ellos hacerlo?
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¿Es que exijo que los griegos
hagan lo mismo?
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Aceptas ofrendas griegas
como hijo de Zeus, ¿no es cierto?
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Sólo cuando se ofrecen.
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¿Por qué no rechazas
esos vanos halagos?
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¿Qué clase de libertad es ésa
de inclinarse ante ti?
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Tú te inclinas ante Heracles
y era un mortal,
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aunque hijo de Zeus.
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¿Cómo puedes tú, con tu juventud,
compararte con Heracles?
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¿Por qué no?
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He tenido más logros
a mis años.
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He viajado igual de lejos,
probablemente más lejos que él.
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¡Heracles lo hizo él solo!
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¿Has conquistado Asia
tú solo, Alejandro?
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¿Quién planeó
la invasión de Asia?
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¿No fue tu padre?
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¿Es que su sangre ya no te vale?
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Zeus-"Amón", ¿no es eso?
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¡Me insultas, Clito!
¡Te mofas de mi familia! ¡Ten cuidado!
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Tu padre jamás habría aceptado
a bárbaros como amigos.
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No nos habría pedido
que lucháramos con ellos.
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¿Es que ya no somos
lo bastante buenos?
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Recuerdo una época
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en que podíamos
hablar como hombres,
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cara a cara, sin tanto
arrastrarse y babear.
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Y ahora los besas,
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tomas a una bárbara yerma como esposa,
¿y osas llamarla reina?
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Parte veloz, Clito,
antes de arruinar tu vida.
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¿Tu gran orgullo
ya no teme a los dioses?
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¡Este ejército...
es tu sangre, muchacho!