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Sabes, mi esposa, Allie,
bendita sea su alma, solía decir...
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que acabaría en una zanja con un cuchillo
en la espalda por recoger a caminantes...
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pero, cuando veo a alguien...
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parado en el camino,
recuerdo mis días de juventud, ¿sabes?
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Se lo agradezco.
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Sí. ¿Adónde vas, hijo?
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Al Hospital General del Centro de Maine,
en Lewiston.
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- Ah, sí.
- Mi madre tuvo una embolia.
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Lo lamento.
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- Creen que se recuperará.
- Sí...
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una embolia se llevó a mi Allie
no hace cuatro años.
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Comenzó a hablar tonterías...
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y poco después se había ido.
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La extraño mucho.
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A veces, durante los viajes largos,
aún puedo ver su rostro...
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sentadita donde estás tú.
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¡Maldita sea!
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Sabes, te llevaría hasta allá,
pero le prometí a mi hermano Ralph...
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que lo llevaría al hogar de ancianos
en Gates.
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Su esposa está allá, tiene la enfermedad
en que se olvidan las cosas...
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¿cómo se llama?
Mal de Anderson o algo así.
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- Mal de Alzheimer.
- De Alzheimer, sí, eso es.
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Pero... creo que podría llevarte hasta allá.
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No lo dejes, hay algo malo con él.
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No hace falta que lo haga, puedo conseguir
fácilmente un aventón desde Gates.
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Maldita, maldita entrepierna.
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¡Maldita ruptura! Disculpa mi lenguaje...
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pero si te quedas en este mundo
suficiente tiempo...
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todas tus partes
comienzan a descomponerse.
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Parece que cuanto más vives...
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más quiere escarmentarte Dios.
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Qué bueno que hayas dejado todo
para ir a ver cómo está tu mamá.
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Es una buena madre.