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Y volví a oírlo mucho más claro.
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Distinguí a alguien gritando
el nombre de "Simon".
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Me entró el pánico. Primero,
porque no podía ser Joe. Estaba muerto.
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Y luego, si estaba fuera,
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estaría en un estado espantoso.
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No podía ser un ser humano,
porque ningún ser humano
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podía sufrir todo eso
y estar fuera de la tienda.
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Estaba acostado sin saber qué hacer.
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Entonces, Simon se despertó.
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"¡Simon!".
Se oyó perfectamente mi nombre.
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A decir verdad, sabía que era Joe.
Lo supe inmediatamente.
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Estaba mirando a mi alrededor
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cuando vi esa cosa flotando.
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Simon se puso rápidamente
manos a la obra.
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De repente, oí voces.
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¡Joe!
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¿Eres tú?
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Yo me quedé atrás porque no creía que
lo que había fuera fuese una persona.
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¡Simon!
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Nos dirigimos al cauce del arroyo
del que procedían los gritos,
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a unos 200 ó 300 m del campamento,
y allí estaba Joe.
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- Simon.
- Dios mío.
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No me lo creí del todo
hasta que lo vi,
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pero siguió siendo difícil de creer
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a causa de la noche
tan misteriosa y de su estado.