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en la llanura del Koulen,
guarida de Pol Pot.
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Se rodó en plena naturaleza,
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con una steadycam,
sin efectos especiales.
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El color de los ojos es increíble,
pero auténtico.
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No se retocó. Las crías de tigre
tienen los ojos claritos,
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de un azul lechoso, al nacer. Luego,
se les oscurecen
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hacia un color avellana
o una especie de verde esmeralda.
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Eso es el pueblo de Putang,
en plena provincia de Mondolkiri,
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de donde venían los extras
y donde nos reunimos con ellos.
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Está situado en las colinas
fronterizas entre Camboya y Vietnam.
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Son cazadores agricultores
que habitan en toda esta región.
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Son animistas y viven de forma
muy tradicional,
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como sus antepasados antes
de la introducción del budismo.
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La forma de las casas,
cubiertas de chamizo,
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no ha cambiado en un milenio.
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Los trajes, atuendos, útiles
y demás, junto con la lengua
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son específicas de la región.
Para no molestar a las familias,
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construimos la casa del jefe
con su familia,
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tras haber visto una serie
de rituales y sacrificios.
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El entorno del Sr. Sitao,
un célebre actor tailandés,
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son los verdaderos maestros
de las costumbres del pueblo.
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No son damas, sino caballeros.
Evidentemente, no es el caso
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de nuestra actriz
que encarna a Nai-Ra.
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Ellos se expresan con una lengua
que muy poca gente entiende,
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se limita a una minoría
de montañeses.
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Como decía, para conseguir
el permiso de obra,
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tuve que asistir en persona a varios
sacrificios un tanto extraños,
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y muy poco políticamente correctos,
pero resultó.
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Las fuerzas del cielo y del bosque
y los dioses de los arrozales
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se pusieron de nuestro lado
durante las tres semanas de rodaje
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que nos pasamos trabajando aquí.
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Para el personaje del jefe
me inspiré