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Como les decía,
me ha encantado trabajar
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con gente como Jean-Claude
y Philippine,
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actores acostumbrados a la comedia,
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género que practiqué
en otros tiempos,
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que me gusta mucho
y que me encantaba
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cuando hacía spots publicitarios.
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Ha sido un placer trabajar con
esta familia de actores generosos,
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siempre dispuestos a darse.
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Es infinitamente más agradable
para un realizador
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tener que refrenar a un actor
que tener que empujarlo.
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Ese decorado, que fue reconstruido,
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es obra de Pierre Quefelléan
y nos brinda la ocasión
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de destacar el estupendo trabajo
realizado por nuestro decorador,
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o sea,
el decorador de interiores,
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Philippe Turlure,
una eminencia en su profesión
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que viste paredes, aporta muebles
y se encarga del atrezzo
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de los lugares concebidos
por el director artístico.
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Philippe para esta escena
mandó rehacer el mobiliario,
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basándose en documentación de época.
Los muebles los hicieron en Camboya,
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ebanistas muy hábiles que siguen
trabajando a la antigua usanza.
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La vajilla se hizo para la ocasión
grabada con escudos de armas
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de la Tercera República,
diseñada para esta película.
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Enseguida verán
por qué resultaba difícil
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alquilarla o pedirla prestada.
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Para concluir esta escena cómica,
fui yo quien tiró del mantel
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porque nadie se atrevía
a desatar la catástrofe.
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Me di el gusto
y tiré con todas mis fuerzas.
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Seguimos en Arpajon, en realidad
pasamos al plató contiguo
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para rodar el interior de esta carpa
donde está el pabellón de fieras.
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Para mí, lo bueno
que tiene el cine es
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poder presentar lo falso
como si fuera real,
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recrear el sol y los perfumes
del Mekong en un hangar oscuro,