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su ropa interior de franela y su taza.
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Dios te salve, Alma Mater
En tus salas honradas por el tiempo
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Resonará nuestro cántico hasta la muerte
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Y en nuestros corazones
están los muros cubiertos de hiedra.
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De San Luis Este Alto
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- Timmy, ¿cómo estás?
- Chuck, encantado de verte.
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- ¿Cuánto hace que no nos veíamos?
- Cuatro años.
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- Cinco, si te da igual.
- ¿Tanto?
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Perdón. Padre Fitzgibbon,
éste es mi viejo amigo, el padre O'Dowd.
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¿Cómo está, padre Fitzgibbon?
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Somos amigos desde
que éramos unos mocosos.
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Era nuestro Huckleberry Finn local.
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"Ríe y el mundo reirá contigo", diría el.
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Llora y llorarás solo.
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¿Como está usted, Padre?
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He venido para ver si el padre O'Malley
podría jugar un poco al golf esta tarde.
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- ¡Ah! ¿Sí? ¿Dónde está su parroquia?
- Aquí al lado. St. Francis.
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Y en cuanto a su golf.
Claro que no puedo responder por usted,
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pero en St. Dominic hay poco tiempo
para partidos de golf y cosas de ésas.
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Si trabajara para mí, sólo puedo decirle
que no tendría tiempo para esas cosas.
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Me alegro mucho de estar en St. Francis.
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Espero que en St. Francis
puedan decir lo mismo.
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- Timmy, ahí te ha pillado.
- Bien, Padre, muy bien.
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Padre, ¿por qué no viene con nosotros?
Es un gran juego.
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Claro, le enseñaremos.
Nunca es tarde para aprender.
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- El aire puro del campo de golf.
- Y también la irreverencia.
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No, un campo de golf
no es más que unos billares al aire libre.
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Padre, ¿le importa si utilizo esa frase
alguna vez?
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Joven, sería tan amable...
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- ¿Cómo llegó a ser cura?
- Bueno, yo no...
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- Padre Fitzgibbon.
- Discúlpenme.
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- ¿Quién es?
- La Sra. Quimp.
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- ¿Lo sabe?
- ¿Qué es lo que sabe?