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Ya veo a qué terreno quiere llevarme.
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Deje esas argumentaciones para la defensa.
Esa es su función.
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Ya que nos ha mencionado, Lt. De Sceve,
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Tengo una pregunta que hacerle:
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Cuando usted le confió a Erlane aquel despacho
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- ¿Sabía él lo que contenía?
- No
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¿O acaso su relevancia?
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Ni siquiera sabía cuáles eran sus obligaciones.
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Si no conocía las posiciones
de nuestra artillería,
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que los búlgaros podían fácilmente descifrar,
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entonces él no fue consciente
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ni deliberada su deserción al enemigo,
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pero un simple chico de 20 años,
débil y vulnerable
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perdido en una situación más allá de su límite
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y comprensión.
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Los hay fuertes y débiles.
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Usted quiere que yo diga que
Erlane está enfermo,
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un alma sensitiva y malsana mórbida,
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paralizado por sus emociones
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y sin voluntad alguna.
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De este modo, en ciertas ocasiones, irresponsable.
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Ésa es la palabra que quieren escuchar
de mis labios.
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¡No!
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¿De dónde proviene?
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Proviene de un mundo que conozco. Mi mundo.
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Un mundo de alcurnia, privilegio y salud.
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Lo ha tenido todo, lo ha disfrutado todo.
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El valor es un hecho.
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La gravedad de un hecho
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depende de la voluntad de llevarlo a cabo.
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Sé diferenciar un pecado venial
de uno mortal, padre.
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Es cupable de traición,
al no haber destruído el despacho.
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El enemigo nos sorprendió sin que
tuviéramos ninguna oportunidad.
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¡Perdimos a 37 de nuestros hombres!
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¡37!
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¡Tenga piedad de este infeliz!
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¡Está haciendo declaraciones
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que nadie puede probar!
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¡O incluso refutar! Ni siquiera él.